miércoles, 9 de mayo de 2007

David Gilmour: "La vida es mucho más de lo que el dinero puede comprar"

Se dice que su fortuna supera los 100 millones de dólares, que tiene una colección de aviones Jet y siempre se lo critica por su escaso contacto con la prensa. La descripción encaja perféctamente en una estrella de rock repleta de excesos y de problemas policiales.
Sin embargo, la voz y guitarra de Pink Floyd, David Gilmour, es todo lo contrario a lo que uno espera de un músico dedicado al rock psicodélico. Su calvicie incipiente junto con el pelo totalmente canoso, hacen imaginar un abuelo mayor. Pero a los 61 años, David Jon disfruta de si mismo de una manera "totalmente egoísta" y mantiene su espíritu de que nada es tan grave.
Nació en 1946 en Cambridge, Inglaterra y desde niño descubrió su amor por la guitarra y la música. Su concentración al igual que la seriedad en su mirada clara quizás sean la razón de su perfección en el trabajo. No obstante, la mayoría de las personas que lo conocen personalmente, hablan de él como un ser humilde.
No es casualidad que Gilmour haya sido nombrado Caballero del Imperio Británico en el 2003. Su apoyo a los desfavorecidos como la donación de 5 millones de dólares por la venta de su casa y el establecimiento de una fundación para seguir donando, dejan a la vista un hombre que no se vale por el dinero.
Hoy en día, el carismático guitarrista lleva una vida tranquila, caracterizada por la composición junto a su mujer, Polly Samson, en su propio estudio casero sobre el río Támesis. Al parecer, su consagración con la banda y el despliegue económico a partir de los años 70, no han cambiado su personalidad. Si bien Gilmour no es un hombre de muchas palabras, se nota en él una calma al hablar que genera tranquilidad. Su tono en la voz paterno representa el perfecto equilibrio entre lo nostálgico, melancólico y lo inteligente, divertido.
"Life is much more than money buys", esta frase que da título a la nota y que pertenece a uno de sus últimos temas, puede resumir su visión sobre la realidad. Durante las giras con Pink Floyd, después de la separación del bajista Roger Waters, el ambiente es distendido y la química une a los músicos. "Uno tiene la libertad total para tocar al lado de él y por eso las giras no son densas", admite el tecladista Richard Wright.
Varias veces se lo ha encontrado en medio de la audiencia presenciando su propio recital. Es decir que su anonimato sigue vigente a la fecha. En su cumpleaños 50, en 1996, Gilmour viajó a Australia y mientras paseaba con sus hijos por las calles de Sydney, escuchó a un músico que estaba tocando temas de Floyd. Impactado por la calidad de este guitarrista, Gilmour se acercó y lo invitó a la fiesta prevista para esa noche sin revelar su identidad. Sin embargo, el joven dijo que no podía ir porque ya había arreglado con su banda para tocar un par de temas en la fiesta de su ídolo, David Gilmour.
Imaginarse la vergüenza de quien ahora es el líder de la mejor banda que realiza covers de Pink Floyd -The Australian Pink Floyd- según Gilmour, es difícil, pero más complicado es recibir el elogio humilde de un músico ejemplar. La leyenda sigue viva y morirá como es de esperarse, sin nada que el dinero pueda comprar y con la tranquilidad de haber brillado como una estrella de rock, a su estilo.

No hay comentarios: